Pensando, llegue a concluir que debo encontrar espacios de expresión donde poder decir mi palabra, y este blog y mi facebook es uno de ellos. A continuación deseo que lean lo siguiente para que tengan más herramientas para pensar lo que pasa en el mundo y los intereses mediáticos de los medios de "comunicación", ¿o deberé decir: de desinformación masiva? Ante los emisores como dictadores del discurso público, yo alzo mi voz en rebeldía.
Aquí el texto:
Ante la proliferación de las instituciones mediáticas, el riesgo de quedar atrapados en las características propias de toda institución en la época moderna, se incrementa. Ante este fenómeno, he decidido poner en común con los lectores de este blog, algunas ideas asentadas en el libro: “Habitar en la época técnica”, de Francisco Castro Merrifield, específicamente el capítulo titulado: “Una lectura de los medios de comunicación desde los primeros textos de Heidegger”.
Castro, siguiendo
el decir de Clifford Geertz para quien el hombre es un animal suspendido en
tramas de significado que él mismo ha urdido, sostiene que justamente por ello
los medios de comunicación constituyen los engranajes del mundo moderno, ya que
al emplear estos medios, los seres humanos se convierten en consumidores de
tramas de significado para la comprensión propia. A lo cual nosotros agregamos
que también para la incomprensión, y en este sentido los medios de difusión
pueden tornarse contra la vida, de ahí que Heidegger llame a esto “ruinancia”,
ya que la relación establecida con los medios de comunicación puede alienar,
confundir y aniquilar. En ese sentido, siguiendo a Castro, podemos decir que
esto puede conducir la vida fáctica al colapso, o puede provocar una pérdida
del tiempo que haga que éste no se tenga para referirse a lo fundamental. Cito:
“¿Hasta qué punto podríamos sostener que los medios de
comunicación son hoy el referente principal para la comprensión de las
distintas posibilidades de ser en el mundo? Aceptemos que los medios de comunicación ofrecen posibilidades medianas para que el
Dasein escoja posibles relaciones con su mundo y con su destino. Pero, no
es aún el momento de analizar los contenidos de estas posibilidades de mundo
presentadas por los medios, sino de sostener que todas estas posibilidades se mueven en los mismo parámetros de
interpretación frente a lo ente. Estos parámetros de interpretación son
tanto metafísicos como técnicos y condicionan de antemano nuestra recepción de
cualquier contenido. Es por ello que a los medios de comunicación les estaría
cerrado al ser o bien, entre otros términos, el acceso a lo fundamental”.[1]
En ese sentido, parafraseando
a Castro, podemos decir que la tarea de los medios de comunicación debería ser:
abrirnos los parámetros de nuestra interpretación en tanto seres en el mundo. A
lo cual hay que agregar, que de acuerdo con el autor, la época técnica es
también la época de la información. Sin embargo, cabe preguntar: ¿los medios
informan o desinforman de la verdad de los entes?... ¿Realmente nos amplían los
horizontes de interpretación y percepción del mundo?, ¿o por el contrario, obnubilan
nuestra apertura al mundo en tanto Dasein?, ¿al servicio de qué o de quienes
están los medios de comunicación?, ¿con qué intereses e intenciones son usados?,
¿cuál es la verdad que esconden dichas intenciones?, ¿lo que nos dicen es la
verdad, o son mundo impersonales o artificiales, valga decir: fetichistas?, ¿nos
conducen a la apertura y posibilidad de adquirir un sentido del pasado y del mundo
mucho más allá de su ubicación inmediata?, ¿o sólo suprimen las distancias sin
crear una real cercanía entre los sujetos? etc.
El uso perverso
mediático de los medios de comunicación como voluntad de dominación y ejercicio
del fetichismo del poder, restringe la posibilidad de que los sujetos decidan
el destino de la cotidianidad y del ser. En ese sentido Castro sostiene que el
ser de cada uno está en juego en esa relación. Las formas de vida cotidiana
están hoy mediáticamente programadas casi de forma total. La consecuencia es la
imposibilidad de distinguir qué proviene de una comprensión auténtica y qué no
proviene de ella.
La caída en el
mundo implica absorberse en una convivencia regida por la habladuría, la
curiosidad y la ambigüedad. Esto, que Heidegger denomina impropiedad, cuando es visto desde los medios de comunicación,
cobra una dimensión peculiar. El discurso mediático, por lo menos en su
tendencia a la producción de entretenimiento y en las variadas formas de publicidad,
anuncia posibilidades de vida plena y tranquila, anuncia posibilidades de
comprensión del mundo y de consumo que aporte seguridad que, sin embargo,
contrario a lo que ofrecen, devienen en confusión y enredo del Dasein en sí
mismo. Heidegger afirma que los medios encubren cotidianamente la caída y la
pérdida de fundamento, y que además la
perfilan como progreso y pluaralismo de interpretaciones. Promueven una
tolerancia ficticia que sólo puede derivarse de la imposibilidad para acceder a
la verdad. Se lleva a cabo un ocultamiento del estado afectivo adecuado para la
búsqueda de lo originario, esto es, un ocultamiento de la angustia y, en general, de toda posición afectiva originaria. Los
medios de comunicación buscan eliminar toda posibilidad de angustia y sustituir
todo cuestionamiento fundamental por el entretenimiento y el movimiento
constante de centros de atención. Aún cuando pensemos en la práctica cotidiana
de la información, con su sobrecarga de `malas noticias´, encontramos más bien
una tendencia a la promoción del miedo o la ansiedad con fines mercadotécnicos
de consumo de información como un producto más (crear la necesidad de
mantenerse informado), y no una fuente real de angustia. La información está
diseñada para aplicarse como parte de las estructuras de búsqueda de
significatividad social de sujetos que ya no reconocen con claridad las fronteras
de su propio rol social”.
Francisco Castro
continúa diciendo muchas más cosas muy importantes, y fundamentales para el
pensamiento y la vida. ¿Quieres saber más sobre el tema?... Consulta el libro: “Habitar
la época técnica”, de Francisco Castro Merrifield. Editoriales “Universidad
Iberoamericana” y “Plaza y Valdez”.
Lo que menos
quiero es bombardearte con información, lo que deseo es ponerte en común
algunas herramientas teóricas para pensar la verdad y discernirla en medio de
intereses mediáticos, lo que pretendo es apelar a tu responsabilidad
interpretativa como receptor y que dejes de oir, gozar y servir a un amo que te
dice un sin número de falsedades, así que el primer paso es dudar de las
intenciones del emisor como amo. ¿Seguirás siendo su esclavo?... Ahí van las
personas en caravana con servidumbre voluntaria. ¡Ya basta! ¿no?...
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