domingo, 21 de febrero de 2016

EDUCAR CONTRA AUSCHWITZ: HISTORIA Y MEMORIA. (Jean-Francois Forges).

     Un tema tan doloroso, tan irrepresentable, el colmo del horror, de la inhumanidad. Es importante hacer consciencia para que Auschwitz no se repita. A continuación comparto citas del libro de Jean Francois Forges: "Educar contra Auschwitz: historia y memoria".

     “No por ello deja de haber en la empresa asesina de Hitler algo que es irreductible. Este irreductible no debe servir para relativizar los crímenes, sino para trazar el límite he ahí, hasta dónde puede llegar el hombre, el hombre nazi que actuaba en nombre de sus propios valores”.

     “Ir hasta ese lugar del que nadie regresa”.


     “Los cuerpos trastornados de angustia”.


     “Los estalinianos o los hitlerianos han sido ante todo fabricantes de una cantidad inconciliable de sufrimiento humano, por encima de las peores pesadillas en los siglos de los siglos”.

     “El proyecto de enseñar la realidad de los campos y de la Shoah es indispensable para mantener la memoria, única pero débil oportunidad que tenemos de protegernos contra el regreso del horror”.

     “Es necesario también integrar en la consciencia el acontecimiento histórico, en un nivel que podríamos llamar, a falta de una denominación, la inteligencia del corazón. Es un trabajo terriblemente desafiante. No es sino en la ardiente convicción del deber de memoria como puede uno lanzarse a semejante prueba y pensar que es necesario el imponérselas a otros, sean adultos o, con más prudencia todavía, niños”.

     “Es necesario la imaginación del sufrimiento de los otros. Éste sólo es posible con tiempo, con gravedad, con recogimiento. Una emoción dominada puede permitir tocar la conciencia profunda de la gente y abrir a una comprensión capaz de producir compasión”.

     “La Shoah sí tuvo lugar, está probada por la ausencia de judíos que vivían en Europa. Se ven deshabitados los barrios judíos, las casas, la sinagogas, los cementerios, etc.”

     “En los años treinta, el antisemitismo se vanalizó. Los más grandes escritores pudieron entregarse a los peores desenfrenos de odio, los diarios pudieron publicar los peores insultos, las peores infamias, sin provocar protestas importantes. No se pude encontrar una situación semejante contra ningún otro grupo humano como contra los judíos considerados colectivamente”.
 


     “No hay ninguna necesidad de pruebas para demostrar que el mundo yiddish en Europa del Este desapareció basta con abrir los ojos”.

    “¿Cómo puede uno realmente, cultivar su jardín en la tierra de Auschwitz?”.

     “Hace falta conocimientos históricos, pero también una cultura y un pensamiento humanista”.

     “cuentan el sufrimiento de los niños, los llantos, la angustia, el desorden, la soledad y el amontonamiento”.

     “Auschwitz ha sido posible. Por tanto, Auschwitz es todavía posible. El deber de memoria intenta rechazar lo más lejos posible esta posibilidad”.

     “Destruir a los hombres es destrozar los sentimientos humanos más elementales. Los hombres han sido separados de su familia, a la llegada a Lager. `Así desaparecieron en un instante, a traición, nuestras mujeres, nuestros padres, nuestros hijos. Casi nadie tuvo tiempo de decirles adiós. Los percibimos un momento todavía, semejantes a una masa obscura al otro lado del andén, luego ya no vimos nada´. Al principio, los hombres no dejan de inquietarse por sus mujeres y sus hijos. En particular el ingeniero Aldo Levi de Milán. Había logrado obtener agua tibia, extraída de la reserva de la locomotora por un mecánico alemán. Había hecho así tomar un baño a su hijita, Emilia `una niña curiosa, ambiciosa, alegre, inteligente´. Emilia desapareció en la noche de Auschwitz. `Así murió la pequeña Emilia, de tres años de edad, tan evidente era a los ojos de los alemanes la necesidad histórica de matar a los hijos de los judíos´. Algunas semanas después, gracias al ingenio de un camarada que puedo obtener un suplemento de sopa, los prisioneros están en mejores disposiciones y son entonces `capaces de pensar en (sus) madres y en (sus)  mujeres, lo que de ordinario nunca (les) ocurre´. Es una simple constatación: el extremo sufrimiento físico recubre el extremo sufrimiento moral: `pues la naturaleza humana está hecha de tal modo que las penas y los sufrimientos experimentados simultáneamente no se adicionan totalmente en nuestra sensibilidad, sino que se disimulan los unos detrás de los otros en orden decreciente según las leyes conocidas de la perspectiva. Mecanismo providencial que hace posible nuestra vida en el campo´. Emilia ya ha dejado la memoria de los vivos”.



     “La escritura es el único medio para escapar al infierno, o para retrasar su dominio: he ahí […] el dolor de acordarse, el sufrimiento desgarrador de sentirse hombre, que me muerde como un perro en el instante en el que mi conciencia emerge de la obscuridad. Entonces tomo mi lápiz y mi cuaderno, y escribo lo que no podría decirle a nadie´”.

     “El Lager destruye las bases mismas de la sociedad humana que quiere, como dice Antelme, que `cuando un hombre está en peligro, todos los demás deben tratar de salvarlo´. Sin embargo, he aquí unos hombres a quienes nosotros no les hemos hecho ningún mal y que desean sin embargo nuestra propia muerte. `Cada vez que estamos frente a un SS […] sabemos que él desea nuestra muerte´”.

     “El Lager y los torturadores de todos los tiempos y de todos los países destruyen aquello que sería un primer objetivo pedagógico: confiar en el mundo. Jean Améry y Primo Levi muestran que cuando esta confianza se pierde, no vuelve nunca y hunde a la víctima en una situación sin salida. El justo experimenta ante la falta cometida `la vergüenza que los alemanes ignoran´. Es atormentado por la idea de que esta falta `existe, [de] que ha sido introducida irrevocablemente en el universo´. En la conferencia citada más arriba, Philippe Meirieu decía que quien no tien el sentimiento de la irreversibilidad de la más pequeña humillación `no comprende nada de lo humano. […] Es lo que hace a la educación terriblemente difícil´. El primer acto pedagógico es la mirada que da confianza, la mirada que es signo de que una humanidad tiene confianza en otra humanidad. Es la mirada, dice todavía Meirieu `que ayuda a crecer´.

     “En un bello artículo publicado por la revista Ètudes, Giusi Baldissone, profesor de la Universidad de Turín, escribe que hay un `infierno´ de los hombres de la segunda mitad del siglo XX `que no está constituido de erótica y curiosa, sino de los horrores de los campos nazis. Asomamos a ese asunto, por medio de los escritos de un testigo, implica salir de ahí con una sensación de horror en la memoria. Y el escritor que se ha vuelto grande conduciendo hasta ahí nuestra mirada sigue estando, en cierto modo, envuelto también él en el horror… Primo Levi, se podría decir, se ha liberado encerrándonos en el horror´.


     “Para trata de cumplir con el deber de memoria, para vislumbrar el horror y saber cómo no volver jamás a él, lo mejor que podemos hacer es conducir a los alumnos, en soledad y en recogimiento, sin la esperanza tranquilizadora y fácil de ningún consuelo, a la lectura de Levi y de Lanzmann. Hay que poder hacerlo en primer lugar en la escuela”.

     “Yannis Thanassekos escribe en ese mismo tenor: `Educar contra el principio de Auschwitz sería […] descubrir, acorralar en nosotros mismos y en todas las prácticas sociales, las múltiples manifestaciones e infiltraciones […] (que desgracian) a los otros y a nosotros mismo de manera imperceptible e insidiosa. […] Nosotros vivimos siempre en contextos de vida en los cuales Auschwitz ha sido posible´”.

     “Hay que ser claros, Auschwitz el campo de concentración, representa `por excelencia´ la inhumanidad. Los campos de exterminio y la construcción de las cámaras de gas, mataderos para seres humanos como nunca se había visto en toda la historia de la humanidad, están más allá de la inhumanidad. La Shoah sigue siendo incomparable e irreductible: no se trata de eso aquí”.

     “¿Cómo hablar de lo que hicieron los nazis? ¿Podemos `historicizar´ el nacionalsocialismo? ¿Es posible, como se pregunta Jan Kershaw, `ocuparse de la época nazi de la misma manera en la que nos ocupamos de otros periodos del pasodo´? ¿Cómo hablar con `precisión y objetividad de un sistema de gobierno que ha producido el horror en su estado puro´? Y todavía más, ¿cómo hablar de ese mismo horror?”.


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