viernes, 4 de marzo de 2016

AMOR VIOLENTO.


“Toda forma de crítica –la más elevada como la más baja-
no es más que una especie de autobiografía”.
(Óscar Wilde).

     Ella da. Ella da lo que no tiene cuando una brisa corre por su sexo y le aviva el fuego. Un amor violento le besa los labios creándole tempestades que se vuelven huracán entre sus piernas. Remolinos de placer le hacen gozar hasta el unísono. Vibrando en la desmesura. Donde los ojos se le vuelven blancos como su alma pura. Y ella va a la deriva. Y habrá que darle tiempo para que vuelva en sí. Antes de que regrese el deseo de ser para la muerte.
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     La verdad está velada. Hay impúdicos velos, y hay velos como pétalos de una flor que florece. ¿Cuál es tu velo en esta historia?... Es una rosa que nos llama por su olor, que te invita a desojarla sin arrancarle el corazón, que sin embargo ofrece en sacrificio a los dioses, ya que en su cuerpo sabes que los dioses no han huido. Que ella es una diosa que te dice su palabra como un murmullo al viento, suave y quedo. Y es inevitable amarla. Tu deseo busca senderos por su piel envinada, y, al instante, ¡la magia ocurre!: te vuelves poeta o poetisa al besarle el alma. Con delicadeza se le llena de delicias la mirada.

     Pero hay que encontrarla. Ella se en-vuelve en sus velos y tienes que buscarla. ¿Quién osará tocarla?... Despacio y amorosas le gustan las palabras, las caricias.

     En un inició, te hace el amor con la violencia de su sexo. Después se oculta. Luego hay que correr el velo, hay que atreverse a correr el riesgo. Te seduce con su hechizo gitano, te conduce por caminos inesperados, te va mostrando su belleza y luminosidad incandescentes. Tú la recorres palmo a palmo, verso a verso, y ella comienza a murmurar poemas a media voz, la temperatura va subiendo, a medida que tú desciendes por su cuerpo. Siente sublevar su vientre en el diafragma, el fuego crece. Te pedirá más intensidad, ella quiere estallar. Por eso te incita al éxtasis, al peligro de su cuerpo, a danzar el universo, a develarla en un beso inmenso, hasta explotar de placer, revelándote su ser abierto… ¡Elevada, inmensa, plena! ¡Es intenso! ¡Éxtasis violento! Y entonces ella palpita, y su palpitar es infinito y eterno, es un camino al cielo, flota, ligera, suavemente pero muy intenso, ella va cantando al mundo entero.

     Muere lento. Busca el silencio. La paz por dentro. Va llegando la calma. Respira ahora lento. Hay que crear el silencio. Corren sus rumores inapagables. Vuelve el pensamiento. Y sólo se escucha su eco. Le va llegando el recuerdo.

     Deriva al renacimiento, donde, llegado el momento, comenzará de nuevo el amor violento. Requiere tiempo. Hay que darle el tiempo a su lado.

     Se escuchan tambores, y te canta sus rumores, la danza regresa con el viento, avivando el fuego, te pedirá que la toques con manos intensas, es pletórico su sexo, que va ardiendo, ella gime mientras tú la besas, y le escribes promesas en la piel, y con amor buscará llegar al alma, otra vez se subleva… Y deseara morir de nuevo, y llenar de infinitud el universo. Te llamará, tendrá sed de poesía. Le invadirán las fantasías eróticas, querrá tu energía, y tú irás corriendo a escribir tu verso en su cuerpo. Estallará otra vez. Y morirá gimiendo. Muerte infinita, muerte eterna. Sin principio ni fin. Morirá latiendo…

     Rimas y ritmos. Ella querrá la paz, y tú dirás: ¡quiero esta paz! Se firma el pacto. Se atravesó el fantasma. Se dio el poema. De nuevo canta.

     Es muy bello. Esa es la verdad de su deseo, revelado por su sexo, escrito a fuego lento. Suspirará a su tiempo.

     ¿Lo leemos de nuevo?... ¡Sí! ¡Pero más violento! Un canto al dios del vino, al dios del fuego. Ella sabe que nunca se apoderará de esa llama, no la tiene, y no la tendrá nunca. Por eso arde, por fuera y por dentro. Ya lo sabe, pero aun así te da su amor violento. Crece el deseo. Te extimará una caricia. Y yo la voy escribiendo, y ella va muriendo, va renaciendo a la luz del universo. ¿Alguien quiere saber su misterio?... Yo, por mi parte, saldré al encuentro. Llegando al umbral, de nuevo vendrá lo real abierto de golpe inmenso, y ella irá cantando revelándote su ser, siendo donde no piensa, viviendo al límite del lenguaje, erosionándolo, para comenzar la realidad que está más allá de todo bien y todo mal, ese es su amor dionisiaco, su sexo mefistofélico, metafórico, poético…
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     Volverá la calma, tendrá indicios de imágenes y palabras, te mirará a los ojos complacida y extasiada, aún un poco agitada, gozante y deseante, amorosa y enamorada.

     ¿Comenzamos otra vez?... Esta historia es infinita, se repite en otra escena. Pero no es el eterno retorno. Cada encuentro escribes algo nuevo. Nunca se apaga el fuego. Su vela es el deseo. No cesa de no escribirse. No cesará. Siempre se sigue escribiendo. Murmurando amor violento.


(Andrea García).



Pintura: violencia.
Artista: Belarmino Miranda Montoya.



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