Discreta y bella luna,
paredes de mi casa,
callen;
que mi tristeza no traspase
sus fronteras.
¿Cuánto tiempo hemos vagado
con ritmo perezoso?
El es el huracán,
yo la alta torre
que desafía su poder.
Tiene que estrellarse
o abatirme.
Es el océano,
yo, la dura roca
que firme aguarda su vaivén,
tiene que romperse
o arrancarme.
Rebelde yo, altivo él,
acostumbrados
uno a arrodillar y el otro
a no ceder.
El camino se hace estrecho
el choque pude ser
inevitable.
¿Dónde nace el orgullo?
la dignidad, ¿dónde muere?
No lo sé,
discreta y bella luna
paredes de mi casa
callen;
mientras busco una respuesta
y hago el intento
de evitar lo inevitable.
PD: ¿conocen la versión de Becker?...
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