Son muchas las
razones por las cuales me gusta esta bella posición. En primer lugar diré que
de lo que más me gusta del futbol, es la oportunidad que nos brinda de vivir
intensamente nuestra pasiones, es decir, el deporte debe servir para la vida,
para incrementar la calidad de vida, y en ese sentido no debe ser un agente de
alienación de los sujetos al servicio del sistema capitalista, esto es: el
deporte debe ser un bien social, no un bien de mercado. Es por eso que yo
procuro verlo no como un negocio, sino como algo que me permite vivir mi vida
de forma intempestiva e insubordinada. Y en lo que respecta a la portería, soy
portera porque me gustan los movimientos, pensamientos y vivencias incognoscibles, que solo esta posición
te permite hacer: volar, recostar, sujetar el balón con las manos, fildear,
salir de puños, despejar, ver todo el juego y dirigirlo con la visión de todo
el campo, jugar mi área, etc. Quiero poner el acento en un aspecto: la
capacidad de volar. Yo soy portera porque me gusta volar. En ese sentido diré que
una de las bondades del futbol, es que nos permite hacer arte: al crear e
inventar jugadas y llevarlas a cabo, y de alguna forma hacer arte con el cuerpo.
A mí me gusta volar en todos los aspectos de la vida, y el deporte no es la
excepción. En su hermoso poema “Espantapájaros”, Oliverio Girondo expresa el
deseo de amar a una mujer etérea. Y a mí me gusta ser una mujer etérea.
Hölderlin dice que poéticamente habita el hombre ésta tierra, en ese sentido
una mujer etérea es aquella que habita poéticamente el éter sin dejar la
tierra, sino que al habitarla poéticamente puede habitar también el éter, y
esto se logra volando poéticamente, es decir, se trata de habitar realmente el
éter de forma poética, por ello cabe aclarar que la poesía no son meras
metáforas, y en ese sentido podría pensarse que volar sería una mera metáfora, pero
la poesía no es una metáfora baldía, sino que la poesía se inserta en nuestros
actos para hacerlos poéticos, no como algo que sólo es como metáfora, sino como
algo que se inserta materialmente en la vida. En ese sentido volar es posible
poéticamente sí hacemos poesía con el cuerpo.
Quisiera finalizar con esta frase de Hellen A. Keller:
"¿Por qué nos contentamos con vivir a rastras
cuando sentimos el anhelo de volar?"...
Soy yo, volando.
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