Los imposibles enloquecen, a algunos porque no los realizan, a otros porque sí. De ahí que no sean la misma locura. De esta forma, hacer el
amor es llevar a cabo el más sublime de los imposibles, y el que no sabe amar,
por el contrario, hace la vida imposible. De ahí que el imposible del amor, y
el amor imposible sean distintos. ¿Cuál será la distinción?... (Andrea García).
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