jueves, 8 de diciembre de 2016

SOLIDARIDAD CON LOS OPRIMIDOS.

El día de ayer, encontré en facebook con la siguiente fotografía y el siguiente mensaje:


"Una señora que me vende para comer rico mis guisos, me ha robado el corazón, me pide que la suba al feis para que venda, hasta llora al observar la foto, jamás se ha tomando una foto y me regaló una tortilla hecha a mano, mis favoritas.
Comparte y por favor comprale a esta gente!!!"


     En la contraportada de libro de Franz Hinkelammert titulado "Hacia una crítica de la razón mítica. El laberinto de la modernidad", se puede leer lo siguiente: "El gran mito que sustenta la modernidad hasta hoy -aunque ya se está quebrando- es el mito del progreso. Surge de la modernidad y le da su alma: su alma mítica. El progreso es infinito, no hay sueños humanos cuya realización no prometa. Es el conjunto de ciencias empíricas, laboratorio, tecnología y mercado". Pero todo ello no es un verdadero progreso para el pueblo. 
A nuestro juicio se trata de un mito fetichista que responde a lo que Enrique Dussel denomina como "el fetichismo del poder". Y es preciso recordar que el neoliberalismo es una práctica de dominación sobre los oprimidos, que busca, nos dice Hinkelammert en otro libro, la legitimación de la sociedad burguesa, el progreso es para ello, no para el pueblo oprimido.

     La hermosa señora es una de los tantos seres humanos excluidos del sistema, que a la ve que los excluye lo explota. Para ella no hay progreso mientras tengamos gobiernos neoliberales y fetichistas. ¿Puede la ciencia incluir al sujeto?, ¿pueden los laboratorios decirnos dónde queda la humanidad del hombre?, ¿puede la tecnología llevarnos a un verdadero progreso? o ¿puede existir (y en ciertos periodos de la historia humana ha existido) un mercado que no sea capitalista?

     Es así como, mientras tenga lugar el capitalismo, será necesaria una pedagogía del oprimido, que, como bien dice Paulo Freire: haga de la opresión su causa y el objeto de su reflexión. Es preciso entonces liberarnos en la comunión, con base en una educación como práctica de la libertad.

     No basta con ayudar comprando, si bien esto es preciso, es mayormente trascendente el cambiar el sistema que nos tiene oprimidos. Y para ello también existe una pedagogía de la esperanza (Freire). 

     Resulta preciso en consecuencia, poner la técnica al servicio del pueblo, no para domeñarla, ¡sino para hacernos libres! Cuestión que no sólo es ontológica, sino epistémica, ética, política y poética. 

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