jueves, 11 de febrero de 2016

UNA LECTURA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DESDE LOS PRIMEROS TEXTOS DE HEIDEGGER. (Francisco Castro Merriefield).

Hagamos un ejercicio de reflexión: supongamos que HABLAN DE MÍ EN LOS MEDIOS DE "COMUNICACIÓN": ¿realmente estarían diciendo la verdad? ¿o sólo adaptan imágenes a un relato falso con respecto a la verdad de mi ser, que pretende engañar al televidente con el fin de obtener intereses ajenos a lo que supuestamente dicen? ¿Tú les creerías o tendrías el suficiente pensamiento crítico para no dejarte engañar?... ¿Serías indiferente o harías algo por mí? Yo estaría siendo víctima de una historia fetichista mediáticamente determinada, mientras a ti te dicen lo que a los perversos dominadores les conviene, porque hay que señalar que los amos modernos, los perversos modernos hablan de paz, amor y justicia, cuando en realidad lo que quieren es dominar al otro. Y con todo cinismo salen a decir que mi percepción es errónea, que lo que ellos dicen es bien intencionado, ¿y tú les crees?... cuando intentan salir del paso y contrarrestar lo que digo, ¿por qué no les pides que me dejen decir mi palabra? Me condenan a la cultura del silencio y yo deseo romper este silencio. ¿Y tú? Y si esto te pasará a ti: ¿qué harías?... Quizás ante una historia fetichista especularizada, no tengamos un fuerte criterio de discernimiento, quizás sea que no tenemos la suficiente educación en pensamiento crítico y sentido ético para reconocer la verdad y asumir nuestra responsabilidad en una historia como esa. Quizás la gente se vea enfrentada a más imaginarios de los que puede alcanzar a controlar con los escasos y petrificados recursos teóricos que poseen. No piensan por sí mismo porque a los opresores no les conviene que pienses demasiado. Paulo Freire decía que en todas las épocas los opresores siempre fueron así: no permitieron a las masas pensar correctamente. ¿Por qué no les pides que te muestren más cosas sobre mí? ¿Por que no les pides que me dejen decir a mi mi versión de los hechos? Yo no tengo pruebas porque ellos lo controlan todo, pero yo me encargaré de subvertir. Pero claro, recuerda que este es sólo un ejercicio de meditación, es sólo un juego. ¿Un juego perverso?...

Pensando, llegue a concluir que debo encontrar espacios de expresión donde poder decir mi palabra, y este blog y mi facebook es uno de ellos. A continuación deseo que lean lo siguiente para que tengan más herramientas para pensar lo que pasa en el mundo y los intereses mediáticos de los medios de "comunicación", ¿o deberé decir: de desinformación masiva? Ante los emisores como dictadores del discurso público, yo alzo mi voz en rebeldía.

Aquí el texto:

     Ante la proliferación de las instituciones mediáticas, el riesgo de quedar atrapados en las características propias de toda institución en la época moderna, se incrementa. Ante este fenómeno, he decidido poner en común con los lectores de este blog, algunas ideas asentadas en el libro: “Habitar en la época técnica”, de Francisco Castro Merrifield, específicamente el capítulo titulado: “Una lectura de los medios de comunicación desde los primeros textos de Heidegger”.

     Castro, siguiendo el decir de Clifford Geertz para quien el hombre es un animal suspendido en tramas de significado que él mismo ha urdido, sostiene que justamente por ello los medios de comunicación constituyen los engranajes del mundo moderno, ya que al emplear estos medios, los seres humanos se convierten en consumidores de tramas de significado para la comprensión propia. A lo cual nosotros agregamos que también para la incomprensión, y en este sentido los medios de difusión pueden tornarse contra la vida, de ahí que Heidegger llame a esto “ruinancia”, ya que la relación establecida con los medios de comunicación puede alienar, confundir y aniquilar. En ese sentido, siguiendo a Castro, podemos decir que esto puede conducir la vida fáctica al colapso, o puede provocar una pérdida del tiempo que haga que éste no se tenga para referirse a lo fundamental. Cito:

“¿Hasta qué punto podríamos sostener que los medios de comunicación son hoy el referente principal para la comprensión de las distintas posibilidades de ser en el mundo? Aceptemos que los medios de comunicación ofrecen posibilidades medianas para que el Dasein escoja posibles relaciones con su mundo y con su destino. Pero, no es aún el momento de analizar los contenidos de estas posibilidades de mundo presentadas por los medios, sino de sostener que todas estas posibilidades se mueven en los mismo parámetros de interpretación frente a lo ente. Estos parámetros de interpretación son tanto metafísicos como técnicos y condicionan de antemano nuestra recepción de cualquier contenido. Es por ello que a los medios de comunicación les estaría cerrado al ser o bien, entre otros términos, el acceso a lo fundamental”.[1]

     En ese sentido, parafraseando a Castro, podemos decir que la tarea de los medios de comunicación debería ser: abrirnos los parámetros de nuestra interpretación en tanto seres en el mundo. A lo cual hay que agregar, que de acuerdo con el autor, la época técnica es también la época de la información. Sin embargo, cabe preguntar: ¿los medios informan o desinforman de la verdad de los entes?... ¿Realmente nos amplían los horizontes de interpretación y percepción del mundo?, ¿o por el contrario, obnubilan nuestra apertura al mundo en tanto Dasein?, ¿al servicio de qué o de quienes están los medios de comunicación?, ¿con qué intereses e intenciones son usados?, ¿cuál es la verdad que esconden dichas intenciones?, ¿lo que nos dicen es la verdad, o son mundo impersonales o artificiales, valga decir: fetichistas?, ¿nos conducen a la apertura y posibilidad de adquirir un sentido del pasado y del mundo mucho más allá de su ubicación inmediata?, ¿o sólo suprimen las distancias sin crear una real cercanía entre los sujetos? etc.

     El uso perverso mediático de los medios de comunicación como voluntad de dominación y ejercicio del fetichismo del poder, restringe la posibilidad de que los sujetos decidan el destino de la cotidianidad y del ser. En ese sentido Castro sostiene que el ser de cada uno está en juego en esa relación. Las formas de vida cotidiana están hoy mediáticamente programadas casi de forma total. La consecuencia es la imposibilidad de distinguir qué proviene de una comprensión auténtica y qué no proviene de ella.

La caída en el mundo implica absorberse en una convivencia regida por la habladuría, la curiosidad y la ambigüedad. Esto, que Heidegger denomina impropiedad, cuando es visto desde los medios de comunicación, cobra una dimensión peculiar. El discurso mediático, por lo menos en su tendencia a la producción de entretenimiento y en las variadas formas de publicidad, anuncia posibilidades de vida plena y tranquila, anuncia posibilidades de comprensión del mundo y de consumo que aporte seguridad que, sin embargo, contrario a lo que ofrecen, devienen en confusión y enredo del Dasein en sí mismo. Heidegger afirma que los medios encubren cotidianamente la caída y la pérdida de fundamento, y que además la perfilan como progreso y pluaralismo de interpretaciones. Promueven una tolerancia ficticia que sólo puede derivarse de la imposibilidad para acceder a la verdad. Se lleva a cabo un ocultamiento del estado afectivo adecuado para la búsqueda de lo originario, esto es, un ocultamiento de la angustia y, en general, de toda posición afectiva originaria. Los medios de comunicación buscan eliminar toda posibilidad de angustia y sustituir todo cuestionamiento fundamental por el entretenimiento y el movimiento constante de centros de atención. Aún cuando pensemos en la práctica cotidiana de la información, con su sobrecarga de `malas noticias´, encontramos más bien una tendencia a la promoción del miedo o la ansiedad con fines mercadotécnicos de consumo de información como un producto más (crear la necesidad de mantenerse informado), y no una fuente real de angustia. La información está diseñada para aplicarse como parte de las estructuras de búsqueda de significatividad social de sujetos que ya no reconocen con claridad las fronteras de su propio rol social”.

     Francisco Castro continúa diciendo muchas más cosas muy importantes, y fundamentales para el pensamiento y la vida. ¿Quieres saber más sobre el tema?... Consulta el libro: “Habitar la época técnica”, de Francisco Castro Merrifield. Editoriales “Universidad Iberoamericana” y “Plaza y Valdez”.

     Lo que menos quiero es bombardearte con información, lo que deseo es ponerte en común algunas herramientas teóricas para pensar la verdad y discernirla en medio de intereses mediáticos, lo que pretendo es apelar a tu responsabilidad interpretativa como receptor y que dejes de oir, gozar y servir a un amo que te dice un sin número de falsedades, así que el primer paso es dudar de las intenciones del emisor como amo. ¿Seguirás siendo su esclavo?... Ahí van las personas en caravana con servidumbre voluntaria. ¡Ya basta! ¿no?...


[1] Castro, F. Habitar en la época técnica, Plaza y Valdes, México, 2008, p. 75.


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