sábado, 20 de febrero de 2016

LECTURA SINTOMAL. Citas de un texto de Néstor Braunstein.

      Para continuar nuestra reflexión sobre la importancia del acto de leer, a continuación les comparto las tesis de Néstor Braunstein de 19 que pueden encontrar en su libro: "Psicología, ideología y ciencia". En lo personal difiero en algunos puntos, ya que la tesis sobre la no lectura de la realidad, adolece de una mayor fundamentación, ya que, a nuestro juicio, una visión pedagógica amplia de la lectura, sí nos daría la posibilidad de acceder a una lectura de la realidad. Entiendo la tesis de Braunstein con respecto a la no simplicidad de la realidad como para ser develada como si leyésemos un libro. Sin embargo, esto mismo me hace pensar que el acto de leer es una cuestión mucho más profunda y compleja que el simple acercamiento lógico a un texto, en ese sentido, una concepción amplia de la lectura y del abordaje de la realidad, nos permitiría leerla, más no al modo como bien crítica Braunstein, pero sin caer en lo que él propone: que a la realidad no hay que leerla. Nosotros pensamos que todo lo contrario: hay que leerla desde un sentido amplio. No obstante, las tesis de Braunstein nos iluminan en el camino pese a que diferimos en ciertos puntos pedagógicos y psicoanalíticos.

     Sin más, aquí les comparto las ideas de Braunstein:

     "[...] el conocimiento se adquiere mediante un trabajo de producción teórica que toma como materia prima a los datos `evidentes´ aportados por los sentidos y que tiene como objetivo llegar a comprender el sistema de determinaciones que produce a tales experiencias".

     "[...] En contradicción con las tesis epistemológicas que dominan en el mundo académico de nuestro tiempo y espacio cultural hemos sostenido que la realidad no es un libro que puede ser leído directamente para captar en él la verdades que encierra".

     "Hasta este punto quedaría establecido que a la realidad no hay que leerla".

    "¿Qué entendemos por leer? Cuando criticábamos el conocimiento sensorial decíamos que él no permitía reconocer las apariencias y que ello implicaba desconocer la estructura de lo real. Ahora podemos plantear lo mismo con respecto a la lectura. Para los censistas `saber leer´ es saber reconocer las palabras escritas, para los maestros es saber referir esas palabras a objetos o acontecimientos reales: eme - a = ma, eme - á = má, mamá y la figura sonriente de una mujer joven y rubia flotando por encima de las letras. El niño aprende a leer: `Cristobal Colón descubrió América el 12 de octubre de 1942´. El maestro toma examen. El niño responde según su lectura, el maestro reconocer el `saber´ de su alumno y lo califica: 10 puntos. El Estado supervisa la labor del maestro y lo califica: 10 puntos. Ambos están en condición de ser promovidos. El alumno sabe leer el libro. El maestros sabe leer al alumno y el Estado al maestro. Ya éramos adultos cuando leíamos estas frases sorprendentes escritas por un negro, Stokely Carmichael: `Colón no descubrió América. Colón fue tal vez el primer hombre blanco que se sepa que haya puesto el pie en América. Eso es todo. Allí había hombres antes de que llegara Colón´. La revelación era deslumbrante. ¿Cómo no habíamos pensado antes algo tan elemental? ¿No habíamos aprendido a leer bien? Los maestros y los profesores nos habían asegurado que sí. Los libros eran claros, transparentes. Enseñaban. Pero los maestros no nos habían enseñado a desconfiar de los textos, a preguntarnos por qué dicen lo que dicen, por qué callan lo que callan. Desde el `ma-mᨠdel libro de primer grado en adelante los libros tienden (por lo común) a hacernos reconocer la realidad, es decir, a desconocer sus determinaciones. El estudiante llega a la universidad adiestrado en ele movimiento de reconocer palabras, atribuirlas a una realidad que estaría reflejada como en un espejo para ellas, reproducirlas a pedido del profesor y obtener beneficios según la fidelidad de tal reproducción. Pero así como el conocimiento científico aparecía casi como un desafío a los datos de la experiencia vivida, así el aprendizaje debe comenzar por un cuestionamiento de los títulos de legitimidad de los textos en los que se estudia. Se puede leer toda la vida sin saber leer. Aprender a leer es un trabajo difícil que debe realizarse contra los hábitos de la lectura inculcados durante el periodo que se llama de `formación´".

     "Es que hay dos maneras de leer. Una es la lectura literal, lectura a la letra, preocupada por reconocer las palabras y reproducirlas, lectura para aprobar exámenes, estimulada y premiada, lectura que da las respuestas pertinentes a las preguntas prefiguradas por el texto que se lee, única lectura que interesa a los maestros y a los censistas. Conviene disipar posibles equívocos: no es que el lector literal no sea capaz de oponerse al escrito. De hecho, con frecuencia lo hace: `con ésto estoy de acuerdo, con esto no´ o `eso no me gusta´ o incluso `el autor X dice Y por qué es ...ista´. Pero en todos los casos quien lee a la letra supone que el texto que cae bajo sus ojos es el portador de un sentido y de unas determinadas intensiones del autor que se hacen trasparentes en el acto mismo de la lectura. Así, pareciera que estudiar un texto en profundidad es llegar a develar ese sentido y esas intenciones para luego aceptar e incorporar lo `bueno´y descartar o rechazar lo `malo´".

     "Y hay una segunda manera: la lectura sintomal, que no busca en el texto un conjunto de respuestas sino que tiende a producir preguntas. Para la lectura sintomal lo que está escrito es en efecto, un producto de una serie de determinantes cuyo mecanismo debe esclarecer. El problema para una lectura sintomal es el de llegar a saber cuál es la problemática en la que el texto se inscribe y a la que él pretende responder. No se preocupa por la persona del autor ni por sus supuestas intenciones, ni por reemplazar lo escrito por algún `...ismo´ que permita etiquetar y calificar o descalificar. El texto llega siempre para ocupar un lugar dentro del conjunto de textos que abordan una determinada problemática ideológica o científica. Las palabras remiten a nociones o a conceptos que guaran una relación entre sí que puede ser dilucidada. También remite a sectores eludidos (`reprimidos´) por el de un concepto ausente, a ambigüedades, a respuestas que se ofrecen frente a una pregunta que no se ha formulado o que se ha deformado, a preguntas que carecen de respuestas. Lo escrito aparece como el efecto de una escritura invisible que incluye al autor, al sistema de determinaciones conscientes e inconscientes que actuaron sobre él, al conjunto de circunstancias sociales, políticas, económicas e idelógicas que rodean al acto de escribir tanto como al de leer y al lector mismo. Esta lectura es inquietante, instranquilizadora, en un cierto sentido es una lectura `maldita´. `Sintomal´ es la expresión acuñada por Althusser para aludir así al modo en que el psicoanalista lee el discurso de su paciente, como un contenido manifiesto a partid el cual puede y debe producirse el contenido latente, inaudible, así como el concepto del proceso de transformaciones que se ha efectuado sobre las ideas latentes hasta desembocar en ese texto deformado que es el contenido manifiesto; `sintomal´ porque busca síntomas que se manifiestan en lo dicho y que aluden o permiten la filtración de lo no dicho, lo reprimido, lo latente".



     Hasta aquí las citas del libro "Psicología: ideología y ciencia", de Néstor Braunstein.

     Después de esta lectura, me han surgido preguntas: ¿la lectura literal es imaginaria (pensando el registro lacaniano)? ¿La lectura sintomal lee lo real por lo que está escrito en lo simbólico? En ese sentido leer sería descifrar lo que está cifrado en la escritura. Será interesante continuar la reflexión de la mano del lector de este blog, pensando el acto de leer en los tres registros: real, simbólico e imaginario. Por lo pronto aquí dejamos por hoy. ¿Qué preguntas tienen ustedes?...

     Si me miras a los ojos, ¿podrás leer lo que está escrito en mi alma?... ¿podrás leer lo que está cifrado en mis pupilas?...


Pintura: los ojos de Nubia.
Autora: Ana Galindo.

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