sábado, 5 de noviembre de 2016

COMENTARIO PSICOANÁLITICO DE LA PELÍCULA: “LAS PALABRAS”.


     El tema de la película es el plagio y la historia impropia.

     Un escritor se alista para salir, y coloca en su bolsillo una pluma. Se cierra el saco, toma su libro titulado: “las palabras”, y camina hacia la puerta deteniéndose antes ante el espejo, se mira y se arregla la corbata. ¿Qué mira cuando se mira en el espejo?...

     Llega a un auditorio donde dará lectura a su novela, y comienza diciendo: “`Las palabras´, por mí”. ¿Quién es mí?...

     Comienza a contar la historia de un viejo parado bajo la lluvia, observando cómo Rory y Dora Jansen suben a su limosina. Parecía como si las gotas de lluvia no los tocaran. Mientras que al viejo le llovía. ¿Quizás lágrimas? ¿Quizás Rory y Dora Jansen no quisieron llorar y por eso tomaron el camino que se verá tomaron? No sabemos aún, debemos continuar observando sus palabras.

     Después de observar a Rory y Dora, el viejo llegó a un cuarto de hotel donde tomó sus medicinas, y se miró en el espejo arreglando su corbata.

     Rory subió a la limosina y habló por su celular con sus padres, le dijo a su padre que no se preocupara (¿su madre?) que querían que se sintiera mejor, le dijo que lo aman, mientras Dora les dijo un fuerte: “los amamos”. ¿Por qué justo cuando venía “la noche de su hijo”, la mamá enferma? Rory finalizó la llamada se recostó en las piernas de Dora y le dijo: “están muy emocionados, y te aman demasiado”. Durante la conversación le mencionó a su padre que tomarían muchas fotos, que habría muchos fotógrafos en el evento. ¿Las fotografías son para Rory una extensión de su narcisismo? Dora, le preguntó a Rory: “¿y tú lo estás?...”, él le dijo: “sí claro, es mi noche, ¿no crees?”, y se quedó tranquilo y casi serio después de sonreír. ¿Será que en el fondo sabía que no era su noche?... Pero ella creía que sí, ¿o no?... Ella le preguntó que si estaba nervioso, él le dijo que se sentía muy nervioso, que no se esperaba esto. ¿Qué era lo que no esperaba?... Dora le dice que no entiende por qué. Y finaliza la escena diciendo: ¡era simplemente un libro! Un libro que como veremos, Rory plagió del viejo de la lluvia. ¿Cómo es que dice es sólo un libro como si fuese algo absurdo o risible? Porque, tal y como nos dice Diana S. Rabinovich cuando habla sobre el fetiche: “el zapato, por ejemplo, cuando hace las veces de fetiche, no es un objeto a, por eso permite la risa, no crea el efecto de lo siniestro, porque tiene el valor fálico que admite la negación y que nos permite decir `no es más que un zapato´” .

     ¿No espera que un simple libro le diese una noche de éxito? O… ¿quería una noche de excitación por plagiar un simple libro de Otro? Cuando la ética existe, aceptar la Ley nos hace que no minimicemos el plagio.

     Más como veremos Rory (no otros), no es perverso por estructura, sino por funcionamiento. Tiene una alienación perversa que lo hace fetichista.

     Llego el día del evento y le dijo un señor que era un placer conocerlo, pero Rory responde que el placer es suyo, pero el señor dice que por favor, su libro es una bomba, que lo sabe bien, que viese las críticas como prueba de ello. Y Rory voltea a ver a  Dora y le sonríe feliz. ¿A qué se debe su felicidad?... ¿Por qué se siente bien cuando le reconocen “su deseo”?

     Mientras el señor en el micrófono dice: “Lágrimas en la ventana nos presenta a uno de los jóvenes más sensibles en la literatura en los últimos tiempos. Y esta noche tenemos el privilegio de tener aquí al ganador de este año del premio de la academia de arte y literatura: “aquí Rory Jensen”, dice el presentador, pero, ¿es en verdad el ganador Rory Jensen?... Le aplauden y besa a su mujer. Sube al estrado y agradece, y mientras el viejo de la lluvia mira el libro “de Rory”, Rory comienza a decir en público: “simplemente plasme la verdad como la imagine en la historia de un hombre, su esposa y su hija, jamás pensé que este libro tuviera, tanto impacto en tantas personas. Ahora no sé qué escribir en mi segundo libro. No quisiera anunciar de su tiempo así que sólo les diré que el honor de estar aquí, realmente es mío”. ¿Qué quiere decir realmente es mío? Más la verdad habla: Rory encontró la novela del viejo y la plagio, aunque no conocía al viejo, escribió en su computadora lo escrito en las hojas que encontró, las copio tal cual, las imito y se representó en su imaginación al hombre que las escribió, se imaginó a su esposa y su hija. Más pensó que era simplemente un libro: que no era más que un fetiche.

     Rory Jensen tenía todo lo que siempre había soñado, pero en algún aparte el anciano esperaba, y cambiaría todo. Althusser, siguiendo a Marx, sostiene que la ideología no tiene historia, porque para quien está adentro de la ideología, ésta es un simple sueño, una ilusión. La ideología es entonces fetichismo: no es más que un zapato. Decir que la ideología no tiene historia, es decir que no tiene historia propia. Esto debido a que el fetichista es nihilista e interpasivo.

     A Rory le dieron “su reconocimiento”, “le tomaron fotografías”, “saludo a importantes personalidades”.

     No voy a narrar toda la historia. Sólo psicoanalizaremos los puntos que nos hagan ver cómo el fetichismo no tiene historia propia, y por ello el fetichista es interpasivo.

     Más Rory es fetichista por funcionamiento, no por estructura perversa, ya que Rory no es perverso sino obsesivo. ¿Qué es lo que le hace ser fetichista? A nuestro juicio, es debido a una alineación narcisista, manifiesta es su deseo de reconocimiento. Al ser el reflejo del deseo del Otro, no tiene un deseo propio, quizás lo pervierta porque Rory no tiene como desear por sí mismo. Por ello lo pervirtió en otro. Y al no ser él mismo, su yo al ser otro, su ser se fetichiza, y esto debido a la alienación al Otro que padece, y que suponemos es su madre, ya que en “su noche” (la de Rory) la madre enferma, conversión histérica. Rory es el falo de la madre, más no es perverso, lo sabemos por varías cosas, entre ellas: sentía amor, y por el hecho de que a pesar de que no le publicaron, Rory hacía arte, y un perverso jamás puede hacer arte. Pero su primer escrito era artístico, y si no lo publicaron es porque no tenía renombre. Más no por ello es licito usurpar los escritos de otro: para tener un “nombre propio”.

     Rory y Dora se casaron y se fueron de luna de miel a Paris. Entraron a una tienda de antigüedades, donde Rory vio un portafolio que le gustó, lo compraron.

     Un editor alba su trabajo, le dice que es bueno, muy bueno, pero lamentablemente por la naturaleza del mundo editorial era tal que no sabía cómo publicar un libro así, porque para un escritor desconocido no hay mercado. Y su libro era interno: artístico, sutil, una obra de arte.

     Y las demás editoriales también le dijeron que no.

     Rory revisó su nuevo portafolio, para pasar del viejo al nuevo (aunque antiguo) sus cosas, más encontró un manuscrito: una novela hermosa, que a Rory se le hizo fácil plagiar. Rory transcribió tal cual el manuscrito a su computadora. Necesita saber lo que se sentía tocar esa historia, ¿cómo propia?...

     Dora leyó la novela y pensó que era de él, el archivo abierto y le dijo: “ese libro es todo lo que siempre quisiste hacer. ¿Por qué lo mantuviste en secreto?”. Mientras Rory intentaba decirle que era un error que ella pensase que fuese de él. Pero Dora continuaba: “La historia es tan diferente a lo que habías escrito antes, es como si dejaras de ocultarte, es más completa, más vivida, es más honesta. Hay partes de ti en la novela que siempre supe que existían pero que no había visto nunca”. Él le pregunta qué partes, y ella responde llorando: “todo de ti. Todo de ti amor, ¡tienes que publicarlo! Siempre dijiste que lo único que querías en tu vida era ser un buen escritor. Con esto Rory, eres un gran escritor”.

     Y Rory, movido no por el amor, sino por el deseo narcisista de reconocimiento, que es claro que es muy distinto a desear el deseo del Otro, por ello el amor es radical: no es narcisista. Más para el neurótico sí lo es. Y ese es uno de los problemas de Rory. Dora le dice que le muestre el escrito a alguien, que si no lo hacía por él, lo hiciera por ella”. Rory lo hizo. Hubo un momento en el camino en que se detuvo mirando atrás, pero el narcisismo pudo más. La mostró a su jefe de la editorial quien después de un tiempo le dijo: “has escrito una formidable novela de ficción”, Rory sabía que no era suya, pero aun así. Y la farsa continuo.

     Firmó el contrato, y el libro: “lágrimas en la ventana”, fue alabado por los críticos y se vendió exitosamente. Fue la estrella del mundo literario de Nueva York.

     “Rory Jansen había tomado una decisión. Y luego conoció al anciano. Ese fue el fin de la primera parte”. Dijo el escritor que narraba “la historia de Rory” en el estrado de un auditorio.


     De acuerdo con Slavoj Zizek, la interpasividad es la situación en la que el propio objeto se apropia y me priva de mi propia pasividad, de manera que es el propio objeto el que disfruta en mi lugar, aliviándome de la obligación de gozarlo por mi cuenta. En ese sentido, es que debe ser pensadas las palabras de Althusser: “La ideología no tiene historia, lo cual no quiere decir en absoluto que no tiene historia (al contrario, puesto que no es más que le pálido reflejo, vacío e invertido, de la historia real), sino que no tiene historia propia”. La ideología es fetichismo. Y reiteramos: el fetichista es interpasivo. Y actualmente me encuentro trabajando este tópico, y espero no me plagien mis palabras.

          Van al intermedio de 30 minutos, y una mujer llamada Daniela se le acerca al escritor diciéndole que leyó que le gusta el vino. Y se dirigen a un privado. Vuelven al auditorio y el escritor continua narrando “la historia de Rory”.

      El viejo intercepta a Rory en un parque donde le cuenta la historia, su historia propia. Le pide que le autografíe su copia del libro: pero Rory no trae bolígrafo. Y le dice que le tiene una historia. Y le dice que si él (el anciano) le contara su historia y Rory la escribiera tal vez le daría un poco de crédito. Rory le dice que no sería justo y que no tiene tiempo, y cuando estaba por retirarse le dice el anciano: “es de alguien que escribe un libro, lo pierde y entonces un chico lo encuentra. ¿Sigues ahí? ¿Quieres escuchar mi historia o no tienes tiempo?”. Rory regresa y le cuenta la historia de la novela.

     Después de escuchar la historia, Rory le dice que fue un malentendido, el anciano le dice: “No mi amigo, no fue en mal entendido, no puedes escapar de esto ahora”. Y continúa diciéndole: “Esas son mis palabras, mi historia. No quiero pelear, ya no tiene caso esto. No sé cómo lo hiciste y para ser honesto no me interesa, sólo pensé que debías saber la historia detrás de la historia por si alguien te preguntaba. Tal vez ahora ya tienes otro libro”.

     El escritor que narraba la historia en el auditorio, cerró el libro y le dijo al público que si querían saber en qué terminaba la historia debían comprar el libro.

     Una reportera le dice al escritor que le pareció ambiguo que no estableciera alguna conclusión sobre el comportamiento moral. A lo que él responde que es verdad, pero que cree que lo grandioso sobre el arte y los artistas es que nos hacen las preguntas y quizás no sepamos las respuestas. Pero nosotros los que miramos y escuchamos la película, sí podemos disertar sobre el comportamiento moral, que no ético, de Rory.

     ¿Las palabras arruinan todo? El escritor se va con la Daniela a su departamento, y le dice que las palabras arruinan todo, a lo que ella responde que no puede mentirle así: “¡usted ama las palabras!”, le dice. Ella le pide que le siga narrando la historia. Él le dice que cierre los ojos y continúa: “Rory Jensen decidió que lo único que podía hacer era… emborracharse”. En efecto, sólo borracho tuvo el valor para pensar, y analizar la situación por primera vez en toda su vida. Y puso en práctica el mito: “la verdad os hará libres”.

     Rory le pregunta a Dora que porqué lo ama. Ella responde que porque sus ojos son bonitos. Pero él le dice que no son suyos, que es un mentiroso y confiesa que él no escribió el libro, que lo encontró, que lo robo, que no cambió ni una palabra, además de que no sabía a quién se lo robaba pero sabía que no era suyo. Le dice que nada es de él, ni una sola letra. Lo encontró y el creyó que no era tan malo que pudiese ser de él, y luego la manera en que ella lo vio cuando creyó que era suyo, y por un momento estuvo convencido de que lo había escrito. Confiesa que jamás podría escribir algo así. Y le dice Rory a Dora que ella debió saber que no eran sus palabras. Y ella le grita que ella siempre ha creído en él. ¡Más es verdad que debió saber que no eran las palabras de Rory, pero la histeria…!

     Dora le pregunta qué si cuando copiaba las palabras de otro, pensó en lo que sucedería en ellos dos, con él mismo, le pregunta que qué le pasó por la mente. Le dice que ya no puede seguir aquí, que en verdad no puede.

     El director le dice que lo que hizo es una estupidez. Y Rory le pide al director que quite su nombre del libro de lágrimas en la ventana. Pero el director le dice que la prensa los crucificará. Que le pague al anciano, pero que no eche a perder su vida por un error estúpido, ni la de él (el director) también. El director lo exhorta a mentir.

     Rory se quería hasta morir, porque no podía soportar esto. Pero Dora le dice que lo va superar y que no lo dejará. Lo cual prueba que Rory no es perverso, sino obsesivo.

     El anciano le dice que no va a delatarlo, que vuelva a su casa, y con ironía le dice: ¡a tu grandiosa vida! Pero Rory le dice que ha venido a solucionarlo: ¿le dará dinero o dirá la verdad en público? Darle dinero no es la solución. ¿Qué hizo Rory?... El viejo le dice que no hay nada que solucionar y le pregunta: “¿Crees que puedes robar parte de mi vida? ¿La vida de otros? ¿Y adjudicártela? ¿Y no tener que pagar el precio?”. Rory le ofrece dinero y le dice que no será todo, que quitará su nombre del libro y contará toda la verdad. Y el viejo le dice que es más estúpido de lo que cree. Rory le pregunta que entonces por qué es. A lo que el anciano responde que es por su vida, por su familia y por su hija. Por el dolor y la felicidad de crear esas palabras, y le dice: “usaste esas palabras, usaste el dolor. Rory le pide perdón pero son cosas que no se pueden arreglar.

     El anciano dice que volvió a ver a la mujer. Y al final de su relato le dice que su error fue que amó más a las palabras que a la mujer que le inspiró escribirlas.

     El anciano le dice que se vaya y no miré atrás, que tomamos decisiones en la vida y es difícil no vivir con ellas, y no hay nadie que pueda ayudarte con eso.

     Rory le dice: “Señor, me enamoré de su libro”.

     Pero Rori para vivir con las decisiones que tomó, guardó el secreto. El viejo murió y el secreto murió con él. ¿Es ese el sentido ético de la existencia? ¡No! ¡Es indignante pensar que es así! Se necesita mucha digna rabia para encontrar el verdadero sentido ético de la vida, antes de usar las palabras y el dolor de otros. Es verdad que al ocultar el secreto de la vida de un hombre, reveló un secreto más profundo y oscuro dentro de él. Rory visita la tumba del anciano, y lo entierra junto con su manuscrito.

     Y ese es el final, dice el escritor del libro “las palabras”, Clayton Hammond, a Daniela, la joven mujer deseosa de ser escritora. Dice el escritor: “Ese es el final. Ni moraleja, ni tampoco una increíble adquisición de conocimientos, más que la creencia de que uno puede cometer un terrible error en la vida y seguir viviendo, y tal vez vivir bien”. Daniela le pregunta: “¿Y podía dormir?”. El escritor le habla fuerte y le dice: “Dime tú qué pasó con Rory y Dora o sal de mi casa”. La joven (quizás por su juventud misma) se asusta y sale de su casa.

     El final de la película no se los voy a contar. Pero lanzo unas palabras éticas, políticas y poéticas: ¿Es verdad que debemos elegir entre la vida y la ficción? ¡Sí! Sólo así ocurre el milagro, y cito las palabras de Benedetti de que: “cuando parece que la vida imita al arte, es porque el arte ha logrado anunciar la vida”.

     Yo desde el año 2008, vengo pensando una ética con respecto a la atrocidad de la violencia inhumana, específicamente la Shoah: la ética de la responsabilidad por nuestra posición de sujetos. Hacernos responsables de nuestra posición de sujetos como ética del estatuto del inconsciente para que la Shoah no se repita. Pero cito las palabras de Lacan de su escrito “La ciencia y la verdad”: “De nuestra posición de sujetos somos siempre responsables. Llamen a eso terrorismo donde quieran. Tengo derecho a sonreír, pues no será en un medio donde la doctrina es abiertamente materia de compromisos, donde temeré ofuscar a nadie formulando que el error de buena fe es entre todos el más imperdonable”. Por eso pienso que los crímenes contra la humanidad son imperdonables, que el usar las palabras de otros y su dolor es imperdonable. Para aquellos que hablan de ética, espero me devuelvan mis palabras y mi memoria. Y espero una justicia poética donde sean juzgados los crímenes en mi contra, donde desde una ética sea juzgada la conducta moral de los criminales. Realmente espero justicia, justicia poética, por eso haré de mi palabra fuerza de Ley implacable.

     Espero que lo aquí escrito no me sea plagiado.

     Y finalizo con palabras de otro, de Mario Benedetti:





Aquí la película a ser vista desde el sentido ético de la existencia, sin duda, en crisis,
tal y como dicen las palabras de la Dra. Juliana González.




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