miércoles, 17 de agosto de 2016

MÁS REFLEXIONES SOBRE LA PERVERSIÓN.

El perverso se excita y goza en la impotencia (no alcanza la imposibilidad), y al no existir castración la desmiente per-virtiendo su goce el afuera: la vierte en el otro (sin que sea un afuera real), es una extensión de su narcisismo, por eso busca fusionarse, y fundirse con el otro, al no existir alteridad. ¿Ven porque un perverso encuentra erótico el mito de eros?... Ese es su destino de pulsión, y en ese destino de pulsión se puede ver el destino del perverso. Goce al cual el orgasmo del otro le pone fin, placer interpasivo. Por tanto, por sí sólo, siempre está más acá del principio del placer, usa al otro para satisfacer su goce, y lo usa pervirtiéndole su deseo, lo angustia para pervertir el deseo del Otro, y es la única forma que tiene de ir más allá del principio del placer, porque no tiene autonomía. Y es así como en la dialéctica del amo y el esclavo, con sadismo y masoquismo, alcanza su orgasmo interpasivo y fetichista.

La falta en ser produce la dialéctica del deseo del Otro como deseo propio. Cuando la falta viene a faltar, no hay con qué hacer lazo social ya que no hay ni deseo, ni amor, ni goce Otro. Por ello cae en la dialéctica del amo y el esclavo, ya que no tiene falta en ser con la cual relacionarse, y se relaciona con el otro en relaciones perversas y fetichistas. Por tanto, poseer a una mujer en el amor no es lo mismo que poseerla por perversión. Por tanto, la pregunta es: ¿Cómo amar sin poseer?...

     Cuando el perverso se siente "víctima" de la perversión, podemos ver en este fenómeno el síntoma masoquista por excelencia. Lo cual es distinto la victima real: aquella que el perverso usa para satisfacer su goce. Por tanto, no hay mujeres masoquistas porque no hay mujeres perversas, ni hombres, si son perversos ni son mujeres, ni son hombres (hetero u homosexuales), son asexuados. ¿Realmente creen que el masoquismo femenino es un fantasma del hombre?... Es un fantasma del perverso, no de un hombre de verdad.

     El perverso homosexual (no todo homosexual es perverso, pero al parecer todo perverso es homosexual), le angustia la castración, le da miedo aceptar su homosexualidad porque implica atravesar su angustia de castración, porque aunque le teme, le gusta, goza en ser homosexual, por ello es y grita como loca, por eso mismo le teme, ¡porque le gusta pero le asusta! Es decir, la angustia (que no el miedo) no es por la homosexualidad, sino por la castración. Pasado el umbral de la angustia y aceptada la castración (en el supuesto de que el perverso fuese valiente) ya no tendría más problemas con la angustia.

     Pero atravesar el umbral de la angustia no es calmarla con un fetiche (objeto u idea) es Otra cosa. ¿Qué es eso que está más allá? ¿Quién es ese ser más allá? Hay que escuchar al otro para saberlo.








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